domingo, 26 de diciembre de 2010

A pie de pista...

Yo debía tener 6 o 7 años. Mi hermano uno menos, como fue siempre hasta que dejó de ser.

Nos llevaban con cierta frecuencia al circo que, entonces, los 60 en Madrid, era el Price. En una ocasión -crudo invierno de aquellos- yo tenía un catarrazo que cursaba con tos perruna; nada excepcional porque mis catarros solían ser así y, además, inoportunos: mi tía había sacado entradas para el circo y no se le había ocurrido otra cosa que elegirlas a pie de pista, para vivir más intensamente la emoción: la famosa Pinito del Oro, saltimbanquis, equilibristas, magos, payasos, domadores de fieras entre las que había un nutrido grupo de elefantes...


No sé si fue algo que me dijeron a propósito de mi tos o si simplemente lo imaginé yo respecto a los paquidermos; el caso es que la idea de que mi intensa tos les llamase la atención o les inquietase o molestase empezó a cundir en mi y, así, preocupada por esta cuestión del posible enfado de los (muy cercanos) elefantes, pensé que lo mejor que podía hacer era curarme rapidito; antes de que salieran a la pista (¿¿¿¿????)

Y los elefantes salieron. Para ellos no había rejas y hacían sus piruetas y gracias (qué triste vida la de los animales cautivos) a poco más de un metro de ti. Qué miedo pasé. Y después se curó mi catarrazo.

El que tengo ahora (sin tos... al menos de momento) me ha dejado bastante tirada y sin voz. No tengo previsto ir al circo ni nada

viernes, 17 de diciembre de 2010

Michina

La Michi ahora duerme mucho. También sueña ella
De adolescente escribía poesías (Buenos días digo al día y a la noche buenas noches...) y así. Soñé por aquel entonces algo que me gustó y recuerdo; en mi sueño tenía una gata y escribía en una pizarra la más bonita de las poesías posibles de la que, para mi desgracia, sólo recordaba al despertar el último verso: "la gata de guata, gua, gua" y, también, que estaba repleta de juegos de palabras que eran todo ingenio. Tenía influencia de Gloria Fuertes aunque en lo que en ella era virtud en mí sólo tenía un reflejo pálido.

Le gusta ponerse al sol

Nunca dije nada por aquí de la Michi. Cuando me la regalaron, pequeñita, era bastante trasto y yo tenía 38 años y ninguna preparación para los enganchones en las sillas (destrozó unas cuantas, menos mal que eran de esas baratas de director de cine compradas en el super), los pelos y las travesuras. Con el tiempo me acostumbré a ella y ella a mí y ya son más de doce años compartiendo casa y vida. Es cariñosa y adorable. Ahora que ya es abueli duerme mucho y juega poco aunque, de pronto, se pone juguetona y quiere que juguemos a la caza (ella me caza a mí y yo sólo juego sin uñas porque si las saca me enfado) o a que le hago llaves. A veces, misteriosamente, rueda una de sus pelotitas hasta mis pies y sé que ella se agazapa tras la puerta, esperando.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Democracia?

Cuánto tiempo sin escribir.

Pasó en Italia: el Presidente Berlusconi juega a los cromos y cambia votos (de tránsfugas, qué asco) por cargos políticos (la ansiada poltrona). En fin. Lo mismo de nuevo. Qué vergüenza.