Leí durante mis vacaciones del pasado agosto la novela de este título de Åsa Larsson de la que me han impresionado muchas cosas: el talento de la autora en la administración de los datos en su relato, la originalidad, la economía y eficacia de su lenguaje, la intensa capacidad evocadora de sus imágenes y algunos de los personajes: la fuerza y astucia de la abogada Rebecka Martinsson, su protagonista, la interesante actitud vital de Anna Maria Mella, amante esposa y madre embarazadísima e inspectora de policía un poco al modo de la protagonista de Fargo y, casi como contrapunto a ambas, el interesado (y perverso) desvalimiento de Sanna Strangard… Pero también, y no en menor medida, me ha cautivado el paisaje helado de Kiruna que describe la autora; más aún, puede, por el simple contraste con este candente ferragosto padecido. Saber que en el Círculo Polar Ártico sus habitantes agolpan la nieve caída contra los muros exteriores de las casas porque esto hace de aislante y protege el interior de los embates del viento helado, del disfrute de las gentes por el uso del trineo, oír hablar de la hora del lobo, de las bellas auroras boreales en esas noches sin día, de las capas de alfombras de trapos superpuestas en los suelos de las viviendas para protegerse del frío… En fín: mi deseo de conocer el lugar se ha incrementado.
Por cierto, y esto ya no es ninguna novela, que desde una zona de latitud parecida al escenario sueco de la novela, la región polar de Noruega, hemos visto en las noticias de la tele, ya en septiembre, al secretario general de la ONU, Ban-Ki Moon, pedir a las naciones compromiso frente al problema del calientamiento global y del deshielo del Polo Norte (you know now, míster bigote?) que, según las desfavorables previsiones podría acontecer en dos décadas. Se deshielan los polos, sube el nivel del mar... Ufff. Yo, que separo la basura desde hace un montón de años y creo no ser consumidora compulsiva, usuaria convencida del transporte público, sin coche por conciencia ecológica… yo que tras calcular mi huella ecológica veo con disgusto que según mi patrón de usos necesitaría más de dos planetas como éste para dar cobertura a mis costumbres nada sostenibles…
2 comentarios:
me lo apunto querida, después de mi viaje a Suecia tengo pendiente una visita a esos países en pleno invierno. Países del silencio, los llamo yo. Menuda paz.
Tiene que ser un flipe lo de la noche invernal y el sol de medianoche...
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