El que quiera ser nacionalista, que lo sea. A quien le ponga la cosa de la construcción intelectual (más o menos al modo grandeur)ligada a los símbolos de la patria, ole. No acabo de entender, dicho sea de paso, que el amor, pasión, exaltación (o el sentimiento de poderío que sea) por la patria de uno o una signifiquen la burla, la caricatura, el silbido o el insulto a la patria de otro… A no ser que la cosa vaya por ciertos derroteros y que hacer burla y escarnio de quien es de otra patria sean una forma de afirmar la identidad nacional un poco al modo “yo Tarzán tú Chita” (iba a calificar la cosa como con más sorna, pero moderéme).
Al hilo de la cuestión, he ido a buscar Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas (de Marvin Harris), para tratar de encontrar un estudio sobre un pueblo primitivo que llama “hombres” (o algo así) a aquellos que comparten el origen del terruño y, a los otros -a los de otra nación- “mindundis que no merecen respeto” (por supuesto, esto no es literal, son mis propias palabras)… pero no encuentro la cita que quería copiar y pienso que, quizá, estuviera en algún otro libro del mismo autor o en el de otro u otra o, también, que lo haya soñado. No son lecturas recientes, precisamente.
No sé si ya se me nota: no me considero nacionalista; creo que el nacionalismo está sobrevalorado (respetando a quienes no opinen como yo).
Además, creo también que están sobrevaloradas las exaltaciones colectivas que tienen lugar con ocasión de ciertos eventos: no es oro todo lo que reluce, amigos. El caso este del fútbol y de las pitadas a los símbolos patrios es claro. A todos nos son familiares historias como ésa en que los hooligans del Atlético Carchenilla de los Ríos, con su camiseta de grandes lunares azules adornada por el glorioso escudo de su pueblo y su pasamontañas y su canesú, abuchean, primero, y apedrean, después, al autocar en el que viajan los jugadores y la afición del Deportivo Laguna del Valle tras perder 0-2. O esas otras de agresiones a los árbitros, o de apasionados aficionados que, llevados por el frenesí del amor a sus colores, lanzan mecheros, monedas, botellas a los jugadores del otro equipo. ¿Por qué hay medidas de seguridad excepcionales en torno a los partidos de fútbol (que pagamos entre todos)? ¿Por qué los aficionados del Real Madrid silban o abuchean cuando se lee la alineación del equipo contrario o se oye su himno por megafonía? ¿Por qué la hinchada de España pita a la selección de Francia cuando juegan ambas selecciones? ¿Dónde termina la sana afición y empieza el mogollón colectivo que da miedo? ¿Por qué muchos clubs de fútbol alientan, subvencionan, protegen a sus hinchadas radicales y cuasi delincuencialies (o sin casi)?
Vale sí: una cosa son los nazis ultras hooligans y otra los nacionalistas críticos con España que pitan el himno de España y al rey (por cierto, qué triste gracia para los antiespañolistas tener que jugar la Copa del Rey)… ¿pero es seguro que todos los que pitan lo hacen por su amor patriótico o por otras causas?
Igual es que a mí no me gusta el fútbol (respetando a los que sí les gusta), que le veo un puntito de circo (el pan se lleva desde casa o se compra en el estadio y el alcohol u otras sustancias… en donde se pueda) y, además, creo que está sobrevalorado.
2 comentarios:
Caricatura magistral. "Yo Tarzán, tú Chita".
Gracias por pasarte por mi blog:
http://calabazanews.wordpress.com
No sé desde dónde llegaste a un blog recién nacido con un solo post, pero gracias.
Hola:
No me acuerdo yo tampoco... pero llegué y, la verdad, me gustó.
Un saludo
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