martes, 8 de septiembre de 2009

La maté porque era mía

Hoy me he desayunado con la noticia de que un guardia civil de Utiel, de 39 años y deprimido a la sazón, cogió su arma reglamentaria y presuntamente asesinó con ella a su esposa. La víctima número 40 en lo que va de año. Y en lo que va de año y en años anteriores, es frecuente que el asesino, trastornado, deprimido, furioso o lo que sea, primero mate a su víctima y, después, intente quitarse la vida. Cuando el asunto luce de esta guisa, me pregunto por qué este tipo de asesinos dispuestos al sacrificio un poco kamikaze no invierten el orden en lo de matar: primero el suicidio y luego, el asesinato de la esposa, amante, novia, ex o del parentesco que fuera o fuese... total, si es para morir... No sé. La cuestión es que no es ese el orden elegido y que van certeros en lo de matar a la otra y, por lo general, les tiembla el pulso cuando se quieren cortar las venas y se equivocan y cortan el cable del teléfono.
¿Por qué asesina uno de estos individuos a la mujer con la que le une o ha unido algún vínculo amoroso? Quizá porque la considera suya, propia, sin opiniones o criterios que puedan diferir de los suyos, sujeta a sus deseos y designios, sin otro sol en el horizonte que él mismo, objeto único de su atención y cuidados y, además, no le gusta que a los toros se ponga la minifalda; ahora que lo pienso, puede que entre estos asesinos haya muchos bebés resentidos que han crecido tanto como el resto de los adultos, que tienen, incluso, sus gónadas comme il faut y hasta pelos en la piernas, sin haber superado la pérdida del trono de rey de la casa y del corazón de mami, condición que quieren restaurar a toda costa e incluso por encima del cadáver de su señora. Gugú, pampam.
En una conversación reciente con una mujer ultraconservadora, sensible a las noticas en las que se cuenta la historia de mujeres subyugadas por la violencia de su particular tron y asesinadas, ésta hablaba de las bondades del franquismo. Entre otras cosas, decía que con Franco no había crímenes de este tipo. Sin disponer de información basada en hechos sobre el asunto, lo único que puedo hacer es opinar al respecto. Mi opinión es que no me lo creo. En el pasado, este tipo de delitos se calificaban como crime passionnel (en francés, que es más fino) y constituían una defensa válida en casos de asesinato. Un par de añitos al trullo para el asesino mientras que la esposa terminaba muerta. La maté porque era mía, oiga. Y hablando de crímenes pasionales, recordemos que "El crimen pasional es uno de los pocos números eróticos realmente originales que España puede ofrecerle al mundo, pues en variedades sexuales los españoles hemos inventado casi nada, toda la raza de las asesinadas, estirpe pálida y morada, legión fantasmal y nocturna, anda por ahí, de un lado para otro y de vez en cuando cae una, floreciendo de sangre su camisa de dormir" (Franciso Umbral dixit, Madrid, espejo de España, 1974 pg 55). Sniff.
Por cierto, y como las imágenes valen mucho más que las palabras, un par de anuncios de cuando era pequeñita que nunca borré de la memoria:




Vamos, que le dio un par de sopapos por ser más simple que el asa de un cubo, la muy burra pues ya se sabe que soberano es cosa de hombres y pomporrutas imperiales y tal y tal, que viene a ser la misma cosa. País viejuno.

2 comentarios:

Queralt. dijo...

¡Madre mía! Recuerdo los dos anuncios... y muchos más, y películas, y consejos en el colegio, en el trabajo, en casa, los familiares... todo estaba urdido sutilmente para mantenernos sumisas y calladas.
Yo sí he vivido todo aquello, aunque afortunadamente para mi, no de lleno pues tengo cincuenta y tres años y una familia que, a pesar de todo, nunca fue muy machista. Mira, mi madre, ahora que ya es una señora anciana es más machista de lo que lo fue entonces, aunque no sé muy bien el motivo. ¡Qué tiempos! Una mierda, te lo aseguro. Y dile a esa amiga nostálgica del franquismo que no se engañe, que si no había violencia contra las mujeres en aquella época no fue porque no existiera sino porque era tan natural que no destacaba la noticia de la muerte de una mujer a manos de su marido, novio, padre, amante...
Tuve una compañera de trabajo que, por el sólo hecho de pintarse los ojos y arreglarse discretamente, "se ganaba" unas palizas del novio que eran famosas y conocidas y yo siempre me preguntaba, ¿qué hacía su familia que no la apartaba de aquél hijo de mala madre? Fíjate que ni siquiera se me ocurría pensar, por qué no lo dejaba ella directamente (seguramente tampoco lo hubiera conseguido pues él la consideraba de su propiedad, según los usos y costumbres de la época)... y es que, sólo cabía en tu mente el recurso de la protección del que tenía más fuerza y poder que tú... y por supuesto, nadie hubiera entendido que dejara a un muchacho trabajador y bueno, por unos arrebatos que provocaba ella al hacer lo que a él no le gustaba.
Así se vivía, y hay que interiorizar mucho todo ello para entenderlo, por eso no me extraña que mucha gente no lo entienda (o no quiera).

Vengo del blog de Rosa María y veo que tienes un amigo común: Fétido.
Volveré si no te molesta y quedas invitada a mi casa que, si te gusta, también puede ser la tuya.

Queralt.

(*4*)trazos dijo...

Hola. Yo tengo 49 y también recuerdo (con horror) montones de situaciones en las que el menosprecio y la violencia de obra o de palabra eran lo común.

Pero que eso siga, a día de hoy, me subleva. Esta mañana escuché en la radio una entrevista a una muchacha de ¡20 años! que era maltratada por su novio con el que salía desde los 13. La última paliza que recibió estuvo a punto de acabar con su vida. Con 20 años y en el siglo XXI.

Respecto a la publicidad sexista y machista he descubierto algunos anuncios actuales en Youtube. Qué tendrán las bebidas alcohólicas.

Bienvenida a casa y gracias por la invitación a visitar la tuya.