viernes, 11 de septiembre de 2009

Deadwood, allá en las Colinas Negras

Desde hace un tiempo me gustan más por lo general las series de televisión que las películas. No todas, claro. Pero entre las teleseries hay auténticas maravillas. Deadwood, por ejemplo.

Cuando comencé a verla, hace ya tiempo, nunca me había interesado especialmente la historia; pensé: una vez más nos cuentan esto con mucho barro y el trasfondo de la fiebre del oro... pero no. Deadwood, campamento minero construido a mediados del XIX sobre territorio sagrado para los nativos y usurpado a cheyennes, kiowa, pawnee, crow y sioux (que acabaron confinados en reservas), comenzó siendo una ciudad sin Ley en toda regla en la que la golosina del vil metal actuó como acicate para que acudieran en busca de oro muchos miles de personas. Entre los que acudieron a la cita, los legendarios Wild Bill Hickok, Calamity Jane, Seth Bullock... Tanta afluencia de gente, tanta riqueza y los negocios que proliferaron por la zona (casinos y prostíbulos) ocasionaron no pocos problemas derivados de la presión demográfica y de la ambición sin límites (tanto la de tipos luciendo guante blanco como la de forajidos sin tapujos). El caso es que violencia, corrupción y brutalidad -tan retratadas en el cine- fueron dos características en la historia inicial de esa localidad.

HBO, productora de diente exquisito (Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Roma, Carnivàle, House of Sadam,) puso en práctica con Deadwood, una vez más, una receta a base de buen gusto y originalidad... pero como ya se habrá dado cuenta el astuto lector o lectora (o no, que tengo pocas visitas), esto de Deadwood ha sido el pretexto para hablar de esto otro. Resulta que un tal Ricardo Echegaray, ministro de Hacienda de Argentina, ha sido pillado en un renuncio (meses antes que ministro era presidente de una compañía ganadera que recibía subvenciones millonarias de manera irregular). Echegaray -del gobierno presidido por esas joyas del socialismo que han devenido también en millonarios, los Kirchner- decide matar al mensajero y envía a 200 mato... , digo inspectores de hacienda al diario Clarín (que es quien publicó la noticia). Berlusconis, Kirchners, Camps (que ya es plural)... en fin, Pilarín: lejos está lo del imperio de la Ley en estas ciudades sin idem que habitamos.

4 comentarios:

Tomás Serrano dijo...

Solo vi el primer episodio y no me gustó mucho, pese a que he oído muy buenos comentarios. Quizás me anime a ver otro tras leer el tuyo.

(*4*)trazos dijo...

Te recomiendo que la veas. A mí, con el primero, incluso con el segundo, me pasó algo parecido; otra vez esta historia con barro (y mucha violencia)... pero aguanté y empecé a descubrir inteligentísimos diálogos muy puestos en el espacio de tiempo (mediados del XIX a último cuarto de ese siglo aproximadamente), la fuerza de personajes épicos, impecable factura en todos los sentidos y me cautivó. La peor, a mi juicio, la tercera temporada... pero, en cualquier caso, muy interesante

Leibovitz dijo...

muy buena, pero a mitad de la segunda temporada no se que les pasó a los torrent y no encuentro ninguno...

Ahora estoy revisionando Mad Men, también de HBO, para mí una obra maestra de la televisión.
Ale, ya lo he dicho.
:)

Ah, y si te quieres divertir como nunca: True Blood. No te la pierdas.

(*4*)trazos dijo...

Hey, Annie!!

Voy a ver True Blood ahora que la ponen (en Cuatro, creo). Me la voy a grabar.

Hay una novedad: Nurse Jackie , rara como ella sola y con la interesante Eddie Falco en un personaje que no se sabe muy bien si va o viene o es ángel o demonio.